Oh, Mrs. Dalloway, always having parties to cover the silence.


And yet another 'happy' party.

Tengo un problema con las fiestas. No se me impregnan en la piel, se me quedan atascadas en la ropa y en esa inhabilidad de poder sonreír honestamente en ellas se halla mi eterno dilema de la presencia ausente. No es cinismo, es simplemente el hecho de que veo a todas esas personas felices alrededor, celebrando, having some sort of a party, y asumo que para esbozar una mínima imagen de normalidad, también debo celebrar. No sé qué estoy celebrando exactamente, porque la noción del cumpleaños, o el aniversario, o lo que sea, se me hace nimia e insuficiente, como una especie de hecho circunstancial. Es obvio que también influye el factor de estar entre personas desconocidas, pero el contagio de la risa es algo humano, más aún si se está en un ambiente acogedor como era el cual en que yo estaba inserto. Y por ello mismo me da aún más miedo, porque quizás me está faltando humanidad. Podía ver rostros que sin conocer no me agradaban en absoluto, escuchaba historias que no me conmovían, me unía a brindis que no compartía, sonreía por inercia, por osmosis, y a ratos se notaba que la sonrisa se me caía de la cara derritiéndose. Estaba en definitiva ausente, no sé precisamente dónde. La única certeza era el hecho de que en estas fiestas comunes y corrientes que tiene la gente, tan 
ingenuamente iguales las unas con las otras,
me oculto en el ruido y la parafernalia jocosa de la gente para ensombrecer mi propio silencio.

Todo esto se contradice con lo que siento apenas llego a Santiago, a las 6 de la mañana. A pesar de estar más solo, menos familiarmente acompañado, más soltero y aún menos visible, me acuerdo de que no hay nada malo en sólo ser, en sólo caminar por las calles de Santiago con la mera compañía del MP4, creando ciudades nuevas, posibles nuevos caminos en los que la soledad es hasta un requisito. Quizás es un tema geográfico, quizás no. Pero adoro estos momentos en que todo se hace tan tangiblemente posible, a pesar de los vacíos emocionales de los días recién pasados. Y regreso acá volviendo a encontrarme con problemas que dejé pendientes, pero es la poesía metropolitana la que le agrega la voz de esperanza al silencio interno que se produce cuando algo no marcha bien. A veces siento que no soy yo el que soluciona los problemas; es Santiago, es la vida sola que de alguna forma se me salió por alguna parte.

6 personas cumplieron su misión:

Anónimo dijo...

Por eso me gusta Santiago, es el único lugar del mundo donde puedo encontrarme conmigo misma :)

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
MyM dijo...

lo peor quizás es que todxs tratamos de hacer lo mismo. rellenar silencios para no darnos cuenta que siempre estamos solxs. pero nunca totalmente en silencio.

¡Sebastián! dijo...

la gente siempre se aleja de sí, es imposible que se den cuenta que se están perdiendo algo interesante.

Hana Dawn dijo...

Dediqué una entrada en mi blog para contestarte ;)

Geyly Vaas dijo...

...

a mi tambien me pasa lo mismo
U_U

cuando estoy en fiestas/juntas de mi curso, me siento ausente.. o peor...siento que soy otra persona, es como si me pusiera una mascara happy.
y en la mayoria, voy solo para hacer presencia..decir que soy humana, joven y que me gustan las cosas de mi edad y que soy una persona sociable.(aunque mil veces me gusta más la idea de estar en mi cama viendo Bram Stoker´s Dracula y babeando)
Generalmente me quedo sola, los amigos se unen a grupos de amigos, y tienen cosas interesante en que hablar. Cosas que para mi son aburridas..
y cuando me hablan hago que presto atención y que me emociono y me preocupa.
pero no, alcontrario, tengo algo de maldad en mi, y si cuentan una tragedia
mi mente dice - bien merecido eso te pasa por cabrona
y digo- hay que pena

estoy en el limite del cinismo y la ausencia

 
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