Un poco más fuerte. Más. Más.



"...mordía la almohada, literalmente, esperando. Se le venía a la cabeza la idea de que esto no era suficiente, pero no era el momento de decirlo. En este instante sólo puede pensar en la llegada del látigo en su espalda, en el dolor, la efervescencia de la llaga, y el placer. La delicia sangrante. Y pediría por más, y todo estaría bien, porque el sexo doloroso es lo único que los une ahora, el último atisbo de un hilo que se ha ido deshaciendo día con día, hora con hora.
Sebastián guarda silencio, y Víctor sabe que se aproxima. "Esto es -pensaba Víctor, en sus últimos momentos de paz inmoble- lo único que espero de ti ahora. Sólo esto. Esto termina, y vuelves a ser sólo un nombre."

Primer latigazo.

No se conocían, la verdad. No compartían nada. Ambos lo sabían. Ambos lo callaban.

Segundo latigazo.

Después de jalarse juntos (una o dos líneas) decían atisbos de la verdad, pero estaban demasiado inconcientes de sí mismos como para tomarse en serio. Y la verdad se perdía de nuevo.

Tercer latigazo.

Empezó a sangrar. Sebastián retrocedió un poco y Víctor sentía el ardor en su espalda. Esta sensación, fuera de todas las demás sensaciones que puede sentir un cuerpo, es la que más le llega, la que más lo completa. Porque es la más intensa. El orgasmo del dolor, mucho más intenso que el efímero orgasmo del placer, el exiguo orgasmo genital. El dolor se queda más tiempo."

La historia continúa explicando el por qué estos dos personajes sólo hallan unión en el sexo sadomasoquista, el por qué inflingir y sentir dolor es para ambos una manera de sentir que pertenecen el uno al otro, cuando todo lo demás en su relación es una bazofia, una ilusión satisfactoria. En su interior ambos saben esto, pero también saben que separados no son nada. Por ello están encerrados en su esfera de patética ignorancia voluntaria.

Se me ocurrió esta historia cuando, por diversas circunstancias, volví a pensar en la naturaleza psicológica del sadomasoquismo. No me considero uno, o al menos no uno propiamente tal. Pero sí he descubierto que al parecer mi única forma de verdadera conexión con alguien hasta ahora es a través del dolor, en mi caso psicológico, en caso de esta historia, físico. No sé, me parece un tema profundamente interesante, profundo como las llagas dejadas por un látigo, o por las secas indiferencias de una persona hacia otra.

Quizás haga un cortometraje con esto. Yo, por supuesto, seré el masoquista.

1 personas cumplieron su misión:

Rocío Sandoval-Vines dijo...

azotame..eso es lo primero q pienso

pero no gracias..eso debe dolor

 
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