One is the loneliest number
That you'll ever do
Two can be as bad as one
It's the loneliest number since the number one
No is the saddest experience
You'll ever know
Yes, it's the saddest experience
You'll ever know
Because one is the loneliest number
That'll you'll ever do
One is the loneliest number
That you'll ever know
It's just no good anymore
Since you went away
Now I spend my time
Just making rhymes
Of Yesterday
Because one is the loneliest number
That you'll ever do
One is the loneliest number
That you'll ever know
One is the loneliest number
One is the loneliest number
One is the loneliest number
That you'll ever do
One is the loneliest number
Much much worse than two
One is a number divided by two
Véase en su mejor forma en Magnolia (1999, dir. Paul Thomas Anderson).
Los Gigantes
Posted in
miércoles, 11 de marzo de 2009
Hoy soñé con gigantes. Gigantes en una pradera sin verdes, sólo rosas y amarillos, un poco de azul y tornaleta, un color que inventé porque no sabía su nombre. En su país a veces hay que caminar sobre agua porque la tierra suele estar arriba; no sé cómo pueden sujetarla entera. A veces caen un par de piedrecillas y mugres encima de uno, aunque un viejo en una cabaña de bronce me contó que una vez al año caían peñascos del porte de una vaca.
Los gigantes viven en una colina no lejos del oasis de leche que les pertenece. Son tres, cada uno más pequeño que el otro, o al vesre, más grande que el anterior. Viven con dos tigres gordos y enormes que casi nunca se mueven. Me convidaron leche en mamadera; debieron saber que así me gustaba. Sabía a leche y a sandía. Tenían nombres poco comunes para ser gigantes: Ric, Taty y Carli. Debían ser extranjeros. Al final me despidieron regalándome la mamadera (que nunca se vaciaba) y caminé y caminé y caminé. Cuando desperté, todavía tenía la mamadera, pero sólo en los sueños debe funcionar, porque cuando la vi, ya estaba vacía.
Para Rafaela, de su tío Leonardo.
Los gigantes viven en una colina no lejos del oasis de leche que les pertenece. Son tres, cada uno más pequeño que el otro, o al vesre, más grande que el anterior. Viven con dos tigres gordos y enormes que casi nunca se mueven. Me convidaron leche en mamadera; debieron saber que así me gustaba. Sabía a leche y a sandía. Tenían nombres poco comunes para ser gigantes: Ric, Taty y Carli. Debían ser extranjeros. Al final me despidieron regalándome la mamadera (que nunca se vaciaba) y caminé y caminé y caminé. Cuando desperté, todavía tenía la mamadera, pero sólo en los sueños debe funcionar, porque cuando la vi, ya estaba vacía.
Para Rafaela, de su tío Leonardo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)